Estar sola es una mierda. Una gran mierda. E ilusionarse también, sobre todo cuando se tiene mala suerte como yo. La experiencia me demuestra que no me puedo ilusionar con nada ni con nadie pero yo me empeño en mirar para otro lado. Y así me luce el pelo...
Hoy me ha quedado clarísimo que en algún momento me miró un tuerto. Aunque viendo cómo me va, más bien me miró una manifestación entera. Si ya lo dije yo en la última entrada, que si todo salía bien hoy veía a Carlos Chaouen en concierto. Pero, cómo no, las cosas no han salido bien y me he quedado compuesta y sin concierto. Resumiendo mucho la historia, iba a ir con M. pero a la pobre se le ha alargado la jornada laboral (alguna de las dos tenemos gafe porque no nos sale a derechas ningún plan juntas), mi padre se ofreció a ir conmigo y cuando ya estábamos en la calle me suelta que no quiere ir y que me vaya yo sola. Así que aquí estoy, en mi casa, aporreando el teclado más cabreada que una mona y lloriqueando.
Si esto del concierto fuera algo puntual, no estaría tan mal, pero es que es una cosa tras otra. Y para colmo esta semana quedé con F. y cada vez que hablo con él me deprimo. Primero, porque está clarísimo que no tengo nada que hacer con él. Y segundo, porque me pregunta por el doctorado y mi futuro laboral y me doy cuenta de que también en esos aspectos mi vida es una mierda y no tengo por delante un futuro muy positivo que digamos. Y encima sospecho que me lee. Pues si lo hace, sabe que me gusta y no me dice claramente que no le gusto. Supongo que porque no es un trago agradable rechazar a alguien. De todos modos, ya me he cansado de buscarlo.
Pues eso, que en algún momento me debí de cruzar con una manifestación de tuertos y no me acuerdo.